martes, 7 de mayo de 2013
NECESIDAD DE FORMACIÓN ÉTICA DE LOS SERVIDORES PÚBLICOS.
Hoy
se publican en el Boletín Oficial de Aragón convocatorias de sendos cursos
sobre integridad y empleo público (ética administrativa), organizados por el
Instituto Aragonés de Administración Pública y cuyo desarrollo tendrá lugar en
las localidades de Zaragoza, Huesca y Teruel, a partir del próximo día 20 de mayo, de forma
simultánea, en lo que supone la recuperación de una iniciativa que quedó
truncada en el año 2007, cuando la ética parecía un concepto incómodo para los
responsables de la función pública.
Dicho
curso, en el que intervienen personas pertenecientes o próximas a esta
Asociación, pretende destacar el valor y la necesidad de incorporar la
reflexión ética al ejercicio profesional de los servidores públicos, pues éste
sólo puede mantener o recobrar su legitimidad social si las personas que
trabajan en las Administraciones Públicas refuerzan de forma nítida su
compromiso con el interés general y la idea de servicio público, de modo que las
garantías laborales de que disfrutan, para asegurar su independencia y su
imparcialidad, no se tornen privilegios injustificados e inmerecidos.
El
vigor ético de los funcionarios públicos es clave para la salud de las
instituciones y para la plena vigencia del Estado de Derecho, cuya realización
descansa en gran medida en el quehacer diario de todos los servidores públicos.
La sensibilización ética ha de permitir una capacidad mayor para actuar
correctamente y para detectar y prevenir prácticas indebidas (abusos,
corruptelas, fraudes) o para frenar y desincentivar la utilización impropia de
las potestades públicas, evitando que se persigan con ellas fines distintos al
que señala el interés general.
A
nadie se le oculta que en el origen de la crisis económica, política e
institucional que padece nuestro país se encuentra una grave quiebra de valores
éticos y de principios democráticos. La utilización ilegítima de los recursos
públicos y, sobre todo, el abuso de la confianza otorgada por los ciudadanos en
que han incurrido un importante número de responsables públicos (buscando el
beneficio propio en perjuicio del bienestar colectivo) ha sido un factor
determinante en el origen y en la evolución de la crisis que hoy padecemos, y
la sociedad parece inerme para hacer frente a las dificultades cuando se
quiebra o menoscaba la confianza en las instituciones públicas.
Frente
a una realidad tan problemática como la actual, y al margen de las actuaciones
legítimas impulsadas por todos los colectivos de personas más directamente
castigadas por los efectos de la crisis, una línea de trabajo imprescindible es
la reconstrucción de la ética pública, que incumbe a todos los ciudadanos, pero
que obliga muy especialmente a quienes ejercen funciones públicas, tanto en el nivel
político como en el administrativo.
A
dicha reconstrucción contribuyen iniciativas como el curso convocado por el
Instituto Aragonés de Administración Pública, pues no es posible, y hoy menos
que nunca, dar la espalda al compromiso ético, a la actuación coherente con los
valores propios de la función pública, a la reflexión lúcida sobre los peligros
de la corrupción –su origen, sus formas, sus consecuencias- y a las estrategias
necesarias para prevenirla y combatirla, pues la virtud ciudadana y la ejemplaridad
de quienes ejercen funciones públicas son el principal capital del que puede
disfrutar una democracia, en cualquier circunstancia imaginable, y el rescate
de dichos valores es una tarea indelegable, que nos compete a todos y cada uno
de los ciudadanos, a todos y cada uno de los servidores públicos, desde el
esfuerzo y el compromiso personal y desde el estímulo y la coherencia
institucional.
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